Si doña Casandra Damirón viviera, al conocer las nominaciones de los premios Casandra 2011, de seguro lloraría de pena e impotencia al ver cómo la vulgaridad se enquistó en una premiación que durante más de 25 años ha propugnado por reconocer la calidad y la popularidad, evitando que ésta camine de la mano de lo chabacano e insulso.
El amiguismo, las relaciones públicas y el inmediatismo se adueñaron de unas nominaciones que debieron ser más justas y menos interesadas.
La vulgaridad llegará al centro cultural más importante del país, el Teatro Nacional Eduardo Brito de la mano del “rap dominicano” y de un “modismo” que no se acerca a ritmo, mucho menos a género músical, llamado “dembow”, con exponentes cuyos temas incitan a la violencia, y a una y mil diabluras más.
Por José Antonio Aybar F/ www.elnacional.com.do