El negocio de la música en los últimos años, está muy costoso. Quienes, a estas alturas, deciden incursionar en hacer una estrella en pocos meses, tienen que tener en sus cuentas, varios millones de pesos para lograr ese objetivo. Ya no son los años 80s, que en 3 emisoras en la la avenida 27 de febrero, en Santo Domingo, se hacía un hit radial, que rapidamente, se regaba en la geografía nacional. La promoción en República Dominicana, es cara. Hemos leído, en los diarios criollos, trabajos que así lo constatan. Declaraciones de los mismos promotores, manager y empresarios de la música, de los pocos que quedan en el negocio criollo. Quienes pasamos 24 horas en este oficio, sabemos que es así. Anthony Maná, tuvo una oportunidad, de manos del amigo Fausto Parra, incluso, se logró hacer negocio, cuando se hizo una producción homenaje al grupo Maná, pero en el ritmo bachata, en esa oportunidad. El tiempo pasó, y vemos que el joven cantante sigue en el género, no con otro nombre, sino con el mismo, que le dio espacio en aquella ocasión. Escogió la región del Cibao para reiniciarse en el difícil negocio. Vemos, un manejo equilibrado en los medios, lo que evidencia un plan de trabajo bien esbozado. Lo que si le aconsejo al joven, es que el negocio dio un giro de 360 grados, desde aquel momento de su incursión al negocio de la bachata.