POR JUAN CARLOS JIMENEZ
Se ha armado un avispero entre la membresía de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) que han calificado como un irrespeto del presidente de esa entidad, Máximo Jiménez, de estar preguntando quienes van o no a la ceremonia de los premios El Soberano, a realizarse el próximo 9 de abril en el Teatro Nacional.
Pero esto no es más que una cortina de humo a las reales pretensiones de Jiménez, pues se supo que él ha señalado que en Acroarte hay dos tipos de miembros, los activos que elogian su desempeño como presidente de la institución y los críticos detractores de su gestión que creen merecer dos boletas.
Y es que su objetivo, reiteramos, es dejar fuera del evento a un importante grueso de cronistas tal cual como hizo el pasado año al no enviarles las boletas que les corresponden por derecho y que fueron a parar a manos de artistas desconocidos que no estaban ni siquiera nominados, pero que son manejados por gente de su entorno y usan la alfombra del premio como plataforma de promoción.
Es decir que ya no solo humillan a los miembros de Acroarte, los verdaderos gestores del premio, enviándole entradas para asientos de balcón, ahora es peor ni siquiera se las envían.
Es sabido que hay un descontento por las decisiones unipersonales y un tanto dictatoriales asumidas por Jiménez, incluso entre gente de su propia directiva.
La sed de controlarlo todo no ha tenido límites. Un descaro.